CUENTOS EDUCACIÓN FÍSICA
General
INSPECCIÓN DE EDUCACIÓN FÍSICA
EQUIPO DE TRABAJO
Coordinación
Inspección de Educación Física
Docentes a cargo del Proyecto
Prof. Yessica Ivaldi
Prof. Marisol Garcimartin
Plataforma / traducción / Edición
Equipo CERESO/DGES
Audio descripción
Equipo CeR/DGES
MARATÓN
“El corredor descalzo”
Abebe Bikila. Etiopía (1932-1973)
Nadie podía imaginar lo que estaba a punto de suceder. La molestia y el dolor en sus pies no sería un problema.
¿Quién era aquel hombre que se atrevía a desafiar el empedrado de las calles en Roma, corriendo con sus pies descalzos?
La ciudad mostraba su grandeza, enseñaba al mundo su imponente historia. Sus calles estaban abarrotadas de visitantes, todo estaba listo.
Más de cinco mil atletas en Roma competirían en diferentes deportes.
Serían los primeros juegos en ser transmitidos en forma directa por la televisión internacional.
Caía la tarde, el calor era intenso, las calles se veían iluminadas por antorchas italianas, resaltando entre ellas la calle Vía Apia que aguardaba el pasaje del pelotón.
La más grande de las pruebas de Atletismo estaba a punto de comenzar, la Maratón.
Entre los corredores, aguardaba concentrado y con sus pies descalzos un desconocido llamado Abebe Bikila.
Fue en Hato, un pequeño pueblo de Etiopía donde Bikila disfrutó de su infancia ayudando a su padre en el arte del pastoreo.
Allí pasaba horas, se divertía corriendo y persiguiendo animosamente aves y ovejas por la llanura y las colinas cercanas a su aldea.
A los diecisiete años decide mudarse a la capital en busca de un futuro mejor. Se alista en la Guardia Imperial de Selassie donde comienza la práctica del Atletismo.
Mejora y pule su técnica en distancias largas bajo las instrucciones de un entrenador sueco contratado para perfeccionar el deporte en ese país.
Bikila se ilusiona, sueña con ser parte del equipo que representaría a Etiopía en los juegos de Roma.
Es así que surge su oportunidad y es seleccionado como reemplazo del maratonista estrella cuando este se lesiona jugando al fútbol con sus amigos.
Una vez en Roma y siendo Adidas la marca patrocinadora oficial de los juegos, Bikila se prueba diferentes modelos de calzado deportivo que la marca exhibe. Todos le resultan incómodos y le molestan, por lo que, junto a su entrenador, deciden que corra la prueba de 42.195 km descalzo.
Las calles de Roma se encontraban en diferentes condiciones, algunas estaban pavimentadas, otras con adoquines o con desniveles.
Aun así, se lanza a correr sin calzado, con sus pies firmes y seguros, sin echar la vista atrás.
Revive entonces aquella emoción de niño en su aldea, pero esta vez persiguiendo un sueño.
Logra ponerse a la cabeza de la carrera y convertirse en el primer campeón africano en obtener la medalla de oro en los Juegos Olímpicos.
Su gloria no termina allí, ya que establece un nuevo récord mundial de 2 horas y 15 minutos.
Con esta victoria, pasa a formar parte del grupo de héroes nacionales, reconocidos y admirados, llevando con su oro, el nombre de África a lo más alto por primera vez.
Cuatro años después, tuvo el honor de sostener la bandera de su país en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio 1964. Allí repite su hazaña, ganando su segunda medalla de oro
y consiguiendo mejorar su marca, solo que esta vez lo consigue corriendo con calzado deportivo.
https://upload.wikimedia.org/
wikipedia/commons/b/b9/Abebe_ Bikila_maratona_olimpica_Roma_ 1960.jpg AUDIODESCRIPCIÓN DE LA IMAGEN
CARRERAS DE FONDO
“Lo que me salvó la vida”
Mo Farah (Somalilandia, África)
Su nombre verdadero era Hussein Abdi Kahin. Vivía en una granja con sus hermanos y sus padres en Somalilandia, un Estado ubicado en el cuerno de África.
Las ovejas y camellos eran parte del paisaje en aquella tierra seca y empobrecida.
Las condiciones de vulnerabilidad e inseguridad se vivían día a día.
Con solo cuatro años y en plena guerra civil en Somalia, su padre es alcanzado por un disparo masivo de bazuca. La familia se desmorona, la vida se vuelve cada vez más difícil y a los ocho años es alejado de su familia, enviándolo a Reino Unido.
Emocionado porque nunca antes se había subido a un avión, viaja a cargo de una mujer. En ese momento, se da cuenta de que algo malo estaba pasando...sus documentos llevaban el nombre de otro niño, ahora se llamaría Mohammed Farah.
Llegando a Londres y una vez instalado, es tratado como sirviente, realizando tareas domésticas, debiendo cuidar a otros niños y sin derecho a concurrir a la escuela. Sus días se vuelven oscuros, siente tristeza, mucha ira y soledad.
Recién a sus doce años, ingresa al colegio comunitario Felton. Con un inglés muy malo y una cultura muy diferente, se siente aislado. No sabe cómo comportarse y se involucra en problemas fácilmente. Su corazón está lleno de frustración.
La escuela detecta dificultades en todas las áreas de estudio y notan que llega descuidado.
Su profesor de Educación Física es quien descubre su potencial, advirtiendo cómo él lograba comunicarse a través del deporte y la actividad física. Corriendo no sentía miedo, le permitía huir de su pasado.
Desde la escuela contactan a servicios sociales en busca de ayuda, logrando que una familia somalí se haga cargo de él. Con ellos logró sentirse libre y protegido.
Su progreso en atletismo fue notable. Con catorce años es seleccionado para competir en Letonia, por lo que el profesor y la escuela inician un largo proceso para registrarlo como ciudadano británico.
Con el tiempo, llega a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 donde corre la final de 5000 metros. Allí, entre el público, sentado y nervioso, se encuentra su profesor de Educación Física que observando atento la carrera, se emociona, se toma la cabeza con sus manos y en los últimos cien metros... ve cómo logra ganar la carrera, obteniendo así medalla de oro olímpico.
Sus logros en el Atletismo fueron brillantes, consiguiendo medallas de oro en los 5000 y 10000 metros en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Río 2016. Se consagró seis veces campeón del mundo.
Sin embargo, algo dentro suyo no andaba bien. Un día, toma fuerza y comienza a tener consciencia de lo vivido. Se da cuenta de que ha sido víctima de trata de niños y esclavitud.
Es así que decide hacer algo más grande, salir al mundo y contar su historia verdadera, indagar en ese pasado doloroso, levantar por fin su voz para que otros niños no tengan que pasar por lo que él pasó.
“Lo que realmente me salvó, lo que me hizo diferente, fue que podía correr”
Mohammed Farah
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MARATÓN
“Llegó el gran día para Katerine.”
Maratón de Boston, K.Switzer 1967 (Alemania)
Era una tarde fría, lluviosa y gris en la ciudad de Boston. Habían transcurrido tres kilómetros desde el inicio de la carrera, cuando de improviso apareció un enorme camión de la
prensa donde viajaban fotógrafos, periodistas y organizadores. El vehículo se detuvo por completo.
En él viajaba el director de la carrera Jock Semple que, desquiciado y fuera de control, bajó de un salto para alcanzar a Katerine mientras le gritaba: “lárgate de mi carrera y devuélveme el dorsal.” A empujones, se hizo paso entre los corredores hasta tomarla de un brazo, intentando arrancar su dorsal. El novio de Katerin, que corría a su lado, le dió a Semple un terrible empujón haciéndolo volar de costado, sacándolo de la carrera.
Inmediatamente Katerine recordó las palabras de su entrenador: “No importa lo que pase, sigue adelante, nunca te rindas". Ella se había anotado en la carrera con el número 261, utilizando tan solo las iniciales de su nombre “K.V. Switzer”. De esta forma nadie sospecharía que era mujer, ya que en aquellos tiempos, sólo los hombres podían participar en forma oficial.
Ignorando los gritos de Semple, corre con la determinación de una guerrera, con los músculos tensos y las pulsaciones aceleradas Finalmente, cruza la línea de meta, agotada pero exultante, con un tiempo de 4 horas y 20 minutos.
A medianoche, después de lo vivido, diferentes diarios del mundo mostraban en sus portadas cientos de fotos de tal hazaña.
Con su rebeldía y después de esta histórica carrera, Katerine logró la igualdad y el derecho de las mujeres para competir en la maratón.
El dorsal 261 sería el número de Katerine en las siguientes carreras, recordando la importancia de perseverar y desafiar las normas establecidas nada menos que para cumplir sus sueños.
https://running2life.com/2014/kathrine-switzer-la-primera-mujer-que-corrio-una-maraton-con-dorsal
SALTO ALTO
“Un salto diferente”
Salto alto Flop, Dick Fosbury (EE.UU.)
Con solo dieciséis años, Dick Fosbury pasaba el día practicando saltos en altura. Sin embargo, su técnica no le permitía saltar muy alto, por lo que constantemente perdía en las
competencias.
Un día, después de varios intentos fallidos y aprovechando la llegada de la colchoneta en sustitución del arenero de caída, comenzó a experimentar diferentes formas de saltar en busca
de un movimiento más efectivo.
Como la caída ya no representaba un peligro, en lugar de saltar como se venía haciendo tradicionalmente con las técnicas de tijera y rolido, probó lanzarse a pasar el listón de espaldas,
arqueando todo su cuerpo para luego caer en la colchoneta boca arriba. De esta forma, pudo superar su propia marca.
A pesar de que muchos expertos y entrenadores lo cuestionaron por su nueva técnica, Dick continuó trabajando en ella.
Fue en los Juegos Olímpicos de México 1968, que el mundo contempló asombrado cómo aquel joven de veintiún años sobrepasaba de espaldas el listón en la final del salto de altura.
Gracias a su técnica innovadora, logró el récord olímpico de 2 metros y 24 centímetros, superando el récord mundial.
Su victoria fue histórica y significativa, porque desafió los principios de la física con un estilo de salto donde el centro de masa lograba pasar por debajo del listón alcanzando así
mayor altura en el salto.
Con el tiempo, su técnica fue adoptada por otros atletas y se convirtió en la forma dominante de saltar en altura en todo el mundo. Su técnica de salto se llamó “Forbury Flop”.
Continuó siendo un defensor del deporte y un mentor para jóvenes atletas, animándoles a buscar nuevas formas de alcanzar sus objetivos.
La historia de Dick Fosbury es un ejemplo inspirador de cómo la creatividad y la determinación pueden ayudarnos a alcanzar nuevas metas.
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GIMNASIA ARTÍSTICA
Andreea Raducan. Rumania. (1983)
“Un sueño roto”
En la ciudad de Barlad en Rumania, una pequeña e inquieta niña llamada Andreea juega y no para de saltar mientras disfruta de helados caseros con caramelo que le hace su madre.
Notando su energía y gusto por el movimiento, los padres la inscriben en uno de los pocos deportes que se realizan en su ciudad, la gimnasia.
A sus 12 años, participa en una competencia internacional en República Checa obteniendo tres medallas, en viga, salto y suelo. Allí es captada por entrenadores del equipo nacional, quienes la llevarían a pasar largas horas en el gimnasio, entre el polvo del magnesio, los aparatos, las colchonetas y con una exigencia desconocida hasta entonces para ella.
Comprende el nivel de disciplina y esfuerzo que requiere desarrollar todas sus habilidades.
Finalizado el período de entrenamiento en el equipo, se mudan al espectacular centro Olímpico de Deba, para continuar su carrera de atleta.
Allí se encuentra con las mejores gimnastas del país y con dos expertos entrenadores que como ella misma dice, “eran dos artesanos que las convertirían en campeonas"
Los entrenamientos eran de ocho horas diarias, intercalados con la escuela y la tarea. A veces estaba tan cansada y dolorida que sentía que su cuerpo estaba hecho de trapo.
Con 16 años, llega a los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 representando a Rumania. Ha destinado toda su energía para ser la mejor.
La competencia avanza, y junto con sus compañeras de equipo, María Olaru y Simona Amanar sueñan con clasificar para la general individual.
El desafío es cada vez mayor, y es en la última rotación, donde Andreea supera el puntaje mínimo, llevándose el oro.
De esta forma, las rumanas conseguían un podio histórico, ocupando los tres primeros puestos.
La emoción, el esfuerzo de tanto tiempo, la alegría y el himno de su país las llenaron de orgullo y lágrimas en los ojos. Lucían felices sus medallas de oro.
Pero ese sueño, solo duró tres días.
Inmediatamente después de su actuación, Andreea es llamada al control antidopaje. Ahí comenzaría su pesadilla.
Antes de la final de suelo y viga, con un fuerte dolor de cabeza y resfriado producto del cambio de temperatura que sufría en Australia, el médico del equipo le suministra Nurofen.
Andreea que ya venía deshidratada por el nerviosismo y el agotamiento físico de las pruebas, no quería sufrir molestias en su estómago al competir, por lo que decide tomar el
medicamento con muy poca agua. Con sólo 37 kg de peso corporal, la concentración de ese medicamento en sangre, superaría lo permitido por la Agencia Mundial Antidopaje y el Comité
Olímpico Internacional.
El Comité de Investigación entendía que Andreea era inocente, pero que el reglamento debía respetarse, concluyendo de esta forma, que había sido un error en la práctica médica,
retirándole el título de campeona olímpica y la medalla.
También suspenden del cargo al médico del equipo por las siguientes dos ediciones olímpicas.
En apoyo a la gimnasta, sus seguidores llenaron las calles con banderas y pancartas.
Pero el podio se deshizo igual. La gimnasta china Liu Xuan tomaría ahora el tercer puesto,
María Olaro y Simona el segundo y primer puesto respectivamente.
Ninguna de las tres accedió a repetir la ceremonia de premiación por respeto a Andreea y en protesta a la decisión final del Comité Olímpico Internacional. Todos consideraban que ella
era la campeona.
Andreea dijo: “Perdí mi medalla, pero sé que me pertenece, lo que me tomé fue una pastilla para el resfriado que no me ayudó a competir, al contrario, me hizo sentir mareada.
Estoy en paz con mis logros”.
https://www.historiasdelosjuegos.com/wp-content/uploads/raducan-podio-con-compa%C3%B1eras.jpg
FÚTBOL
Luka Modric. Croacia 1985.
“Lo que viví me hizo más fuerte”
En aquel pequeño pueblo de Zaton en Croacia, cerca de la costa del Mar Adriático, nacía Luka.
Su madre trabajaba como costurera y su padre era técnico aeronáutico. Vivían en una situación muy modesta trabajando sin descanso.
Eran momentos difíciles por lo que Luka pasaba mucho tiempo en compañía de su abuelo.
Al cumplir cinco años, su vida y la de su familia cambiarían para siempre.
Estallaba en aquel entonces la guerra de los Balcanes, un conflicto bélico por la independencia de Croacia y otras cinco ex repúblicas yugoslavas Las sirenas y los bombardeos, así como la muerte y la destrucción acechaban las ciudades.
Los pueblos eran ocupados por soldados rebeldes serbios. Las llamas y los escombros formaban parte de un paisaje desolador. Ningún lugar parecía seguro. En medio de esa situación, y como cada mañana, el abuelo de Luka llevaba sus animales a pastar en la montaña, solo que aquel día jamás regresó. Esto marcaría para siempre la vida de Luka...
El miedo y la preocupación se apoderó rápidamente de sus padres quienes decidieron escapar, abandonándolo todo.
Caminaron sin descanso, atravesando bosques y montañas hasta llegar a la ciudad de Zadar donde fueron recibidos en un centro de refugiados.
Allí encontraron cobijo junto a otras tantas familias desplazadas que huían de la guerra.
Desolado y perdido en sus pensamientos, casi sin darse cuenta Luka comenzó a desarrollar su talento. Pasaba el día jugando a la pelota, descubriendo todo lo que era capaz de hacer... con ella, la angustia y la tristeza desaparecían por completo, Años más tarde se prueba en un club de fútbol y es rechazado por ser pequeño, delgado y de baja estatura, no cumpliendo con las condiciones físicas exigidas. Abatido y desilusionado no se da por vencido y continúa formándose en otros clubes, hasta que su talento se vuelve innegable.
Logra a sus 16 años ser convocado y fichado en el Dínamo de Zagreb, el club más poderoso de Croacia donde se proclama campeón de la Liga como el mejor jugador de todo el país.
Varios clubes europeos muestran interés en su juego, se consagra su posición en la cancha como mediocampista y tras varias negociaciones logra firmar contrato con el Tottenham Fútbol Club y más tarde con el Real Madrid, convirtiéndose en uno de los mejores jugadores del mundo.
“Tuve un camino difícil en la vida, pero lo importante es no ceder.
Hubo obstáculos y altibajos, pero siempre tienes que creer en tí mismo...”
Luka Modric
SALTO TRIPLE
Salto triple
Yulimar Rojas. Venezuela, 1995.
“Vine al mundo para hacer algo importante”
Yulimar vivía en una zona montañosa en Caracas, Venezuela. Era una niña muy alta, delgada y de pies grandes. Crecía muy rápido, su familia era humilde, tenía poca ropa y todo le quedaba chico en poco tiempo.Ser la más alta de la clase le daba vergüenza, sus compañeros le ponían sobrenombres y esto la llevó a que se se aislara en una “burbuja”, lejos de todos para pasar desapercibida.
Para llegar a la escuela tomaba ómnibus, no todos le servían porque no cabía en ellos. Tenía que doblar el cuello y bajar su cabeza para no chocar contra el techo. Se sentía observada por la gente. el bullying se apoderó de ella. Para soportarlo, se decía a sí misma: “Dios me creó para hacer algo importante”.
En el estudio no le iba muy bien. El padre encontró un liceo donde se podía estudiar y entrenar a la vez, allí se captaban talentos deportivos.
Para ser admitida debía aprobar las cinco materias que tenía pendientes. Yulimar aprobó cuatro. El padre, desesperado, solicitó en el liceo que se le tomara una prueba extra. La profesora accedió y así cambió su vida para siempre.
Entusiasmada, se anotó en el liceo ”Unidad educativa de talentos deportivos”, que en la actualidad y en honor a sus logros tomaría el nombre de: “Unidad educativa de talentos deportivos Yulimar Rojas”.
Una vez instalada en el nuevo liceo, se presenta en el polideportivo donde se realizan pruebas con el fin de captar “nuevas promesas”.
Su interés era el voleibol, ya que veía que las jugadoras eran tan altas como ella. Pero ese día solo se tomaron pruebas de Atletismo. Vestida con su mejor ropa deportiva y su mejor calzado, compitió en carreras, saltos y lanzamientos.
Las niñas, hasta las más pequeñas, la superaban en casi todo. El entrenador destinado a captar talentos le dijo que no servía para el Atletismo, que volviera a presentarse en otra oportunidad. Triste pero perseverante, no se fue del lugar. Se puso a jugar con una pelotita de goma contra una pared para llamar la atención y ser aceptada de todas formas.
En ese momento, el entrenador Jesús Velázquez junto a un técnico cubano se le acercan y le dicen: "Veo en ti actitud y ganas, eso es lo primordial, es la fuerza que se necesita, nadie nace sabiendo". Al escucharlo se llenó de alegría.
Comienza así a formarse con ellos, puliendo sus movimientos y superando a muchos atletas en salto alto, a tal punto que aquel entrenador que la había rechazado le pidió disculpas por no haber sido considerado con ella.
Se fue enamorando del Atletismo y sintiendo el gusto por ganar. Su entrenador Jesús, le enseñó que el deporte era una forma de vivir, de soñar.
Un día, jugando en la pista, descubrió el salto triple. Entusiasmada, comenzó a competir y superarse rápidamente clasificando en esta disciplina para los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Yulimar era consciente de que debía dar un paso más. Se comunica a través de Facebook, con el entrenador que admiraba tanto, el cubano Iván Pedroso. Hubo arreglos con la Federación de Venezuela y meses más tarde, viaja a Madrid para perfeccionarse.
Llega así a dar el gran salto… Con una estatura de 1,92 metros y 72 kg de peso, logra convertirse en campeona olímpica de salto triple, alcanzando los 15 metros y 67 centímetros en Tokio 2020.
Se consagra en su país como la primera mujer en obtener el oro olímpico, llevando el orgullo venezolano a lo más alto, aclamada por todos.
“No tengo techo. Puedo conseguir lo que mi corazón y mi mente quieran”.
Yulimar Rojas
ATLETISMO
“Una amistad que se convirtió en leyenda”
Todo era parte de un perverso plan. Una estrategia meticulosamente pensada para engañar al mundo.
En el verano de 1936 Berlín sería sede de los próximos Juegos Olímpicos.
Los juegos fueron organizados por el régimen Nazi, liderado por Adolfo Hitler, quien llevaría a Alemania a una sangrienta dictadura con su ideología de discriminación racial y
superioridad de la raza aria.
Los nazis vieron en los juegos la posibilidad de mostrar al mundo una Alemania pacífica y tolerante. Es así que dan comienzo a sus obras faraónicas, construyendo un monumental
estadio y una lujosa villa olímpica.
Años más tarde, el escenario estaba listo, los juegos de Hitler estaban a punto de comenzar. Alemania mostraba su grandeza y poderío. Las banderas olímpicas y otras con el
símbolo nazi ondeaban por toda la ciudad. Se levantaron monumentos, se pintaron fachadas, restaurantes y cafeterías llenaron las avenidas, altavoces en las calles permitían escuchar en
directo lo que sucedía en el estadio. Millones de personas podían seguir por radio la transmisión.
El 1o de agosto de 1936 el estadio se encontraba repleto, cien mil espectadores aguardaban con emoción el inicio de los juegos.
Comienza así el desfile de las naciones, los atletas recorren la pista en medio de interminables gritos de alegría y enardecidos aplausos. El estadio se convierte en un cóctel
abrumador de colores. Se izan las banderas y cientos de palomas vuelan en son de paz.
Un corredor solitario porta la antorcha olímpica cuyo fuego sagrado y eterno llegaba desde Grecia. Se inicia así la competencia.
Todo iba según lo planeado, los atletas alemanes comenzaban a acumular medallas y Hitler aplaudía maravillado.
Es entonces cuando entra en acción Jesse Owens, un atleta negro estadounidense, nieto de esclavos y criado en una plantación de algodón.
Cae la tarde del 3 de agosto, día de clasificación para la prueba de salto en longitud, una de las pruebas más esperadas por Hitler. Su favorito es el atleta alemán Luz Long, campeón de
Europa, de ascendencia blanca, esbelto, cabello rubio y ojos azules; el ejemplo perfecto del atleta ario que habría de imponerse a las razas catalogadas como inferiores por el régimen.
Long comienza alcanzando un récord olímpico con su salto, mientras Owens hace nulos sus dos primeros intentos.
Pero aquel régimen no contaba con algo que dejaría atónito al mundo entero. Long, en un sorpresivo acto de honor, se acerca a Owens y le aconseja que calcule su salto varios
centímetros antes de la tabla de batida, con lo que evitaría otro salto nulo y la posterior descalificación.
Siguiendo el consejo de Long, es que Owens consigue realizar su tercer salto en forma válida y pasar a la final.
Hitler, nervioso, observaba cómo se preparaban los atletas para saltar. El silencio y la expectativa llenaban el estadio.
Long realiza su espectacular salto. Parecía adueñarse del primer lugar, pero... llegó el turno de Owens. Concentrado se agazapa, respira sin dejar de mirar al frente. Comienza sus
primeras zancadas, acelera el paso acercándose a la tabla, apoya su pie justo por detrás de la línea de pique y se eleva en forma magistral alcanzando 8 metros y 6 centímetros, logrando
así el récord olímpico y la medalla de oro.
Hitler queda furioso. El atleta que tanto admiraba ha ayudado a otro de color a ganar la medalla de oro. Y, como si fuera poco, Long es el primero en felicitar al campeón reconociendo
su victoria y posando junto a él para las fotografías.
Este triunfo no libró a Owens de seguir luchando toda su vida contra el racismo que sufría hasta en su propio país, donde existían leyes segregacionistas en pleno siglo XX.
Terminados los juegos, Long y Owens continuaron su amistad por correspondencia.
Sin límites, llevaron el espíritu olímpico deportivo a lo más alto, con respeto, dignidad y confianza sin importar el origen ni la raza.
“El deporte tiene el poder de cambiar el mundo. Tiene el poder de inspirar, tiene el poder de unir a las personas de una manera que pocas otras cosas lo hacen. Habla a los jóvenes en un idioma que entienden. El deporte puede generar esperanza, donde antes solo había desesperación. Es más poderoso que los gobiernos para derribar las barreras raciales”.
Nelson Mandela, abogado y activista contra el apartheid.
LANZAMIENTO DE JABALINA
Lanzamiento de jabalina
Julius Yego. (Kenia, África)
“The YouTube Men”
Julius se crió entre agricultores en la región de Nandi, al norte de Kenia. Mientras pastoreaba el ganado con su padre, y para pasar el tiempo, lanzaba palos que iba encontrando junto al camino.
Con sus amigos de la escuela, cortó y dio forma a sus primeras jabalinas construidas con las ramas de algún árbol. Buscaban las más rectas y que fueran largas, las preparaban dejándolas lisas y le tallaban una punta. Jugar a ver quién lanzaba más lejos era desafiante.
La jabalina debía impulsarse con la mano, volar por el aire a gran velocidad, para caer de punta y lo más lejos posible.
Con el tiempo, el juego se convirtió en competencia y Julius fue notando sus buenos resultados.
Confiando en su capacidad y creyendo que podía llegar a tener un impacto en el atletismo profesional comienza a prepararse. Sin embargo, no había nadie en Kenia calificado para entrenarlo.
Por su cuenta, fue perfeccionando la técnica, mirando videos de lanzadores de clase mundial. Esto le valió el apodo: "The YouTube Man" entre los profesionales del mundo del deporte.
Para poder solventar sus gastos y dedicarse a competir, consiguió trabajo como policía, algo que es bastante común para los atletas kenianos. Este trabajo le permitía hacerse del tiempo necesario para entrenar por su cuenta.
En 2011, logra convertirse en el primer keniano en ganar una medalla de oro en su categoría, en los Juegos de África. Un año después, en Londres, se convierte en el primer lanzador de jabalina africano en llegar a una final Olímpica, lo que significó un momento transformador.
Él mismo expresó su satisfacción diciendo: “Ser Olímpico es algo que nunca olvidaré, tuve la suerte de estar en la final y eso cambió toda mi vida".
El pico de su carrera llegó en Río 2016 cuando ganó una medalla de plata con un lanzamiento de 88.24 m.
Convertirse en campeón Olímpico sigue siendo su mayor sueño. El segundo, es encontrar a alguien que lo acompañe, que siga sus pasos. Necesita que la federación brinde más apoyo, porque las competiciones de lanzamiento de jabalina aún son muy raras en Kenia.
DEPORTES ADAPTADOS: TRIATLÓN
Deportes adaptados: Triatlón.
Dani Molina. España 1996.
“Un nuevo camino”
De pequeño, Dani comenzó a nadar en un club, en las Palmas de Gran Canaria.
A sus catorce años, y a pesar de que le gustaba el desafío de competir, ya no sentía deseo de entrenar todos los días y decide abandonar la natación.
Con el paso del tiempo, se traslada a Guadalajara para trabajar en el bar de un amigo.
Dedica cuatro años de su vida a esa tarea.
Una tarde, al salir del bar y conduciendo su moto por la autopista, sucede algo terrible... un vehículo se salta el cartel de “ceda el paso” y lo arrolla. El accidente lo llevó a perder su pierna derecha por debajo de la rodilla, fue un milagro que se salvara. Dani tuvo que someterse a muchas cirugías para tratar sus heridas y casi dos años de fisioterapia antes de volver a caminar.
Pasando por el peor momento, fue que el destino quiso que se encontrara con la profesora de natación de su niñez, quien lo anima a regresar y poner en juego su pasión por los deportes.
En la piscina se olvida del accidente y de la pierna que perdió, entrena fuerte y años más tarde, logra clasificar para los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004.
Con el tiempo, se anima a probar otros deportes, pero fue el Triatlón el que despertó su nueva pasión. El camino no fue fácil. Dani tuvo que conseguir patrocinadores privados, hacer marketing y llegar a las redes sociales para intentar solventar los gastos que le generaba el Triatlón. Necesitaba una prótesis diferente para cada disciplina, una para correr y otra para la bici de montaña. Los primeros años fueron muy duros, las prótesis lo lastimaban y debía cambiarlas cada seis meses.
Desde que se levantaba y en cada entrenamiento, se enfrentaba a una nueva barrera, a un nuevo desafío. Su secreto era la disciplina, dando el máximo para poder competir al más alto nivel.
De esta forma, consiguió subir cuatro veces al podio como campeón del mundo en triatlón paralímpico y cinco veces como campeón de Europa.
Es recién en el año 2022 cuando Dani obtiene una beca para costear sus gastos y poder vivir del deporte que ama.
La historia de Dani Molina es un testimonio de voluntad y resiliencia, del esfuerzo y valentía para superarse en la adversidad.
SKATE
Tony Hawk. (San Diego, EEUU)
“Entre rampas y ruedas”
Con una patineta azul y deteriorada, Tony comenzó a practicar trucos en rampas improvisadas que le construía su padre en el jardín de la casa.
Desafiar los límites del equilibrio y la velocidad fue su escape.
En las rampas y sobre su skate, se sentía libre, podía tomar decisiones, nadie le decía lo que debía hacer.
Cada caída lo incitaba a practicar una y otra vez, volviéndolo más poderoso.
Su nivel de alerta crecía, su velocidad de reacción y sus sentidos se agudizaban, la “adrenalina” colmaba su espíritu inquieto. Era un niño audaz y temerario.
Casi sin darse cuenta, el skate se fue convirtiendo en una parte más de su cuerpo, amoldándose a sus movimientos para fluir tanto en el suelo como en el aire.
Enseguida se destacó, y con 13 años comenzó a tener exposición pública en programas de TV, donde demostraba sus habilidades con el skate.
Decidió dedicarse en forma profesional a este deporte, llegando a ser campeón de la Asociación Nacional de Skateboard por 7 años seguidos, y con solo 16 años, el mejor del mundo.
Su peor lesión fue haciendo un look vertical donde se fracturó la pelvis y tuvo traumatismo de cráneo. Le llevó un año recuperarse y no volvió a realizar tal hazaña.
En el año 1999, logra un “900°”, o sea, dar 2 vueltas y media con su skate en el aire. Tony sintió que ese fue el mejor día de su vida.
Fuera de las rampas, debutó en la PlayStation 1 con el videojuego titulado “Tony Hawk’s Pro Skater”, que luego serviría para diferentes consolas.
Permitía jugar con el propio Tony y venía ambientado con música de punk rock y ska, lo que quedaría en el recuerdo de toda una generación que amaba el skate.
El juego fue un éxito mundial alcanzando 18 ediciones y una popularidad increíble.
Junto al skater Aaron Homoki quisieron experimentar los trucos cómo si estuvieran en la luna. Subieron entonces a un avión que se elevó a mucha altitud para luego entrar en caída libre. En ese momento comenzaron a flotar con sus tablas, logrando realizar trucos increíbles, los que quedarían registrados en un video épico.
Apasionado por el deporte y como respuesta a la escasez de parques seguros para skaters, crea la ”Fundación Tony Hawk”, subvencionando alrededor de 575 proyectos, con espacios para el encuentro, el compañerismo y el desarrollo de un estilo de vida activo y saludable al aire libre.
Más adelante, junto a otros grandes atletas, fundó “Atletas por la Esperanza”, una organización para inspirar el trabajo comunitario voluntario en deportistas profesionales.
En 2012, Tony lanzó el canal de youtube “RIDE Channel”, con videos de sus acrobacias y mejores momentos, incluyendo entrevistas a personajes famosos.
También apareció en forma animada como personaje en Los Simpson, en una- competencia espectacular contra Homero.
Por primera vez en la historia y de la mano de su patrocinador, Hawk y un grupo de skaters profesionales llevaron sus trucos y piruetas a un evento de skateboard en la India, donde nunca se había visto algo igual, fueron recibidos por miles de fans.
En 2016 y con 48 años, subió un video en su cuenta de twitter haciendo su gran acrobacia, lo que sería su último “900” el cual dedicó a su hijo Spencer.
Tony fue un verdadero pionero en el skate, inventando más de cien trucos, un modelo de inspiración y promotor del deporte. Es así que logra formar parte de un grupo selecto de patinadores, encargándose de la disciplina de skateboarding que se incluiría por primera vez en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
https://www.vanityfair.com/hollywood/2022/04/tony-hawk-hbo-documentary