Fundamentación - Módulo 3

“Los geógrafos, criaturas de su tiempo que reaccionan al clima intelectual, social, y político de la época que viven,
comienzan a analizar la distribución del bienestar, la división social del espacio, particularmente el urbano, los problemas de la salud, de la educación, de la delincuencia y de la violencia… todo con el propósito de transformar la realidad estudiada y mejorar el sistema  social que la provoca.
Se conforma así en Geografía la visión  social del espacio.”

Introducción a la Geografía. Josefina Ostuni

El trabajo con situaciones problema implica  desarrollar una serie de capacidades, entre las que destacan las analíticas, interpretativas, explicativas, creativas, comunicativas etc. Es por ello que abordar la enseñanza a partir de problemas  impacta fuertemente en  los procesos de selección, organización y evaluación de los contenidos.

De esta forma se coincide con  Raquel Gurevich al decir “cuando el docente define los problemas a trabajar y las actividades  planteadas para su abordaje  ello significa: la elección  de opciones de valor ético y político, la defensa  de los derechos implicados, la selección rigurosa de fuentes de información, la elaboración de un punto de vista personal y colectivo sobre el tema en cuestión.”

Realizar este abordaje de la  Geografía no es pensar solo la problematización de los temas como un pretexto para introducirnos en los contenidos curriculares  organizados y estructurados, sino como una estrategia que permita desplegar la multiplicidad de competencias y habilidades que se ven involucradas.

El trabajo con problemas nos lleva al debate, la discusión a la toma de decisiones, y es ahí donde el docente debe hacer hincapié en esa nueva geografía que a nuestro entender debe y merece enseñar.

Tratar problemas en geografía permite el abordaje de las temáticas de forma integral basándose en una tríada conformada por: los datos, información; las nociones, conceptos y teorías y los métodos: lectura, observación directa e indirecta, análisis, elaboración, comunicación… (Audigier, 2002).

 “Para poner en marcha procesos de innovación pedagógica, uno de los retos de la enseñanza de la geografía se relaciona con la selección y priorización de los saberes más formativos y adaptados a las cambiantes necesidades sociales”[1] Gurevich

Entendemos así una geografía que brinda a los alumnos la oportunidad de explicitar y cuestionar las ideas que ya han construido, así podrán acercarse a los conceptos propios de la disciplina en tanto puedan poner en duda, enriquecer y deshacerse de las ideas anteriores.

Debemos apuntar en nuestras aulas  a la consideración de los problemas como el eje del quehacer en las mismas, o sea situaciones que signifiquen desafíos cognitivos a nuestros alumnos, que planteen conflictos a los conceptos que ya manejan, a sus explicaciones  e hipótesis que intentan interpretar la realidad y que el docente considera como tema a enseñar. No debemos considerarlos como  meros ejercicios a solucionar. Implica poner en juego saberes complejos para resolver  situaciones que quizás no tengan una única forma de resolución. El ejercicio es una tarea que para resolverlo sigue pasos establecidos y delimitados y por tanto el alumno lo resuelve de forma mecánica o automática por ej. trazar un perfil topográfico entre dos puntos de un mapa.

¿Qué es un problema?

Es toda situación que lleva a los alumnos  a poner en juego los conocimientos de los que disponen, pero que a su vez ofrecen alguna dificultad que hace que dichos conocimientos sean insuficientes y por tanto fuerzan a buscar soluciones en las que se dan nuevos conocimientos modificando, enriqueciendo o rechazando los conocimientos anteriores.

 La idea fundamental en la concepción de que es un problema es que el alumno se enfrente a una diversidad de situaciones donde sea necesario analizar y evaluar múltiples estrategias en las distintas fases del problema. Ello incluye situaciones donde se identifique el aprendizaje de determinado contenido. En otras el alumno formula problemas a partir de alguna información específica que pude ser dada o que el alumno deba consultar. Debe considerarse que hay problemas que pueden resolver en poco tiempo en tanto otros requieren más análisis y discusión y por tanto más tiempo para determinar la solución.

De esta forma el trabajo por problemas implica una metodología centrada en el aprendizaje, la investigación y reflexión que siguen los alumnos para llegar a una solución ante un problema planteado por el profesor, los protagonistas del aprendizaje son los propios alumnos.

Según Miguel (2005) se ayuda al alumno a desarrollar y trabajar algunas competencias como: toma de decisiones, trabajo en equipo, habilidades de comunicación (argumentación  y presentación de la información), desarrollo de actitudes y valores (precisión, revisión, tolerancia etc.). Esta modalidad favorece el desarrollo de habilidades a partir de un enunciado como averiguar y comprender que es lo que pasa para lograr una solución adecuada.

Se trabaja en pequeños grupos para que los propios alumnos gestionen eficazmente los posibles conflictos que puedan surgir entre ellos y que todos se responsabilicen para el logro  de los objetivos propuestos. Supone esta metodología interrelacionar distintos temas y disciplinas.

Al planificar esta modalidad es necesario seleccionar los objetivos que están enmarcados dentro de las competencias específicas de asignatura, escoger la situación problema sobre la que trabajarán los alumnos y en este caso el contenido debe ser relevante para los estudiantes, complejo (no imposible) para que suponga un reto y ser suficientemente amplio para formularse preguntas y abordar la problemática con una visión de conjunto.

Fases del Proceso de aprendizaje basado en problemas (Exley y Dennick, 2007)
Citado y extraído de”  Aprendizaje Basado en Problemas” Guías rápidas sobre nuevas metodologías. 2008
Servicio de Innovación Educativa de la Universidad Politécnica de Madrid

El rol del docente y del estudiante en la modalidad de trabajo a  base de problemas significa para el primero dar el  protagonismo al alumno, se transforma en un  guía o tutor, facilita el aprendizaje, ayuda a pensar críticamente orientando las reflexiones y formulando cuestiones relevantes. Por otro lado el alumno asume su responsabilidad frente al aprendizaje, trabaja en grupo gestionando los posibles conflictos, tiene una actitud receptiva hacia el intercambio de ideas con los compañeros, comparte información y aprende de los otros, pide ayuda y orientación cuando lo necesita etc.

En el caso específico de la Geografía se pueden abordar, problemas sociales, territoriales y ambientales relevantes, de la mano de enfoques didácticos que permitan el desarrollo de variadas estrategias cognitivas.  Estas estrategias apuntan a contextualizar, comprender, explicar e interpretar la información, abordar las distintas dimensiones de análisis (social, económico, político, ambiental) identificar a los actores y sus intencionalidades considerando la multicausalidad  y las distintas perspectivas  así como la articulación de las múltiples escalas geográficas de análisis. De esta forma podemos trabajar problemas tales como: transformaciones territoriales a partir de grandes emprendimientos productivos, las nuevas ruralidades, la matriz productiva del Uruguay actual, transformaciones urbanas etc.

Por esto y mucho más la geografía según Jorge Pickenhayn “es una de las asignaturas que más despliegue  de actividades requiere, especialmente si se la considera con un criterio moderno. Su eje central radica en la participación permanente: los sentidos deben abrirse al paisaje; la imaginación debe proyectarse en la distancia; el razonamiento debe aplicarse a las relaciones; la mente debe comprender el funcionamiento regional  y la voluntad  debe cuajar en la práctica de la ordenación territorial.”[2]

 

 



[1] Raquel Gurevich, Sociedades y territorios  en tiempos contemporáneos. Una introducción a la enseñanza de la Geografía. Fondo de Cultura económica,2005 pág.108

[2] Jorge Pickenhayn en La construcción del conocimiento geográfico de Adrián Ferrero  Ed. Homo Sapiens Bs. As.1997, Pág. 47